博尔赫斯谈典型的天才诗人恩里克·班奇斯|比拉-马塔斯(蔡琬梅 译)

博尔赫斯 著|上海译文出版社
陈泉、徐少军 等翻译
Textos cautivos,1986
恩里克·班克斯今年以沉默的方式
庆祝了他的银色婚礼
《家庭》杂志
1936年12月25日
诗歌——这种把一个个词组合起来,让听到的人掀起冒险烈火的充满激情和孤独的创作——拥有一种神秘的、深邃而又随意省略的停顿。为了解释这种莫测变化,古人说诗人有时是神的贵宾,神之火让他们居住,神之呼声充满着他们的嘴巴并且引导着他们的手,所以神之不可预测的放纵应该被原谅,并由此而产生了一种奇特的习惯,在开始作诗之前总要先向这个神祈祷。
缪斯啊,请歌唱佩琉斯之子阿喀琉斯的致命的愤怒吧,这种愤怒给希腊人带来了无限的灾难,把英雄们坚韧的灵魂投入地狱,把他们的肉躯投给野兽和飞鸟。
荷马这样说。这里并不是一种比喻,而是确确实实的祈祷,或者不如说是“芝麻,开门吧”这样一种会给你打开一个被埋没的、摇摇欲坠而又充满危险的宝藏世界的咒语。
这个学说(和某些《古兰经》学者的理论是如此相似,他们认为《古兰经》是由加百列大天使一字字、一句句地口授而成的)使作家成为仅仅是看不见的秘密神灵的听写员。这些至少粗线条地或者象征性地阐明了诗人的局限性、他的弱点和他的空位期。
在前一段里我已经说到了诗人常有的情况,他们有时候非常灵活,有时候又那么令人惭愧地显得无能。还有一种情况更为奇怪,更令人肃然起敬,那就是一个有着无限创作技巧的诗人,居然藐视做诗而宁愿无所事事,宁愿沉默。
兰波17岁时写了《醉舟》Le Bateau ivre,19岁时文学对他就像荣誉对他一样,已经十分淡薄。他开始在德国、塞浦路斯、爪哇、苏门答腊、阿比西尼亚(埃塞俄比亚旧称)和苏丹各地闯荡冒险(他在诗句中独特的享受被政治、经济所带来的享受取消了)。

Les Stupra
Paris: Imprimerie particulière, 1871
1918年劳伦斯领导了阿拉伯人的起义;1919年他写了《智慧七柱》,这也许是由战争产生的书籍中唯一值得纪念的一本;1924年,他改了名,因为我们不该忘记他是英国人,荣誉会使他不舒服。

Seven Pillars of Wisdom
Jonathan Cape,1935
1922年詹姆斯·乔伊斯出版了《尤利西斯》,它相当于一整套复杂的文学,包含很多个世纪、很多的作家;现在他只出版一些同形异义词的文字游戏,毫无疑问,这等于是悄然无声。

Ulysses,1922
John Rodker for London:Egoist Press
1911年恩里克·班奇斯在布宜诺斯艾利斯发表了《陶瓮》,这是他最好的书也是阿根廷文学中最好的书之一。后来他神秘地变得悄然无声。他已经沉默了整整二十五年。

La Urna.
Primera Edición. 1911
《陶瓮》是一部令人钦佩的书。梅嫩德斯·伊·佩拉约这样说过:“如果不用历史的眼光去看待诗歌,那么,值得永存的诗歌实在少得可怜!”
这一点很容易证实,无论是在散文还是在诗歌中都如此。用不着回到别的时代,用不着回到死人居住的时代,只需要回首几年以前。
我找了两本必将永存的阿根廷书籍。在卢贡内斯的《伤感的月历》1909中,反复出现的不成功的恶作剧和新艺术装潢让人读了不舒服。
Lunario sentimental《伤感的月历》
M. Gleizer Editor,1926
在《堂塞贡多·松勃拉》1926中,人物很少有作者的影子,但没有这种故意的抑制,我们也就享受不到这么高贵的书。

Don Segundo Sombra
Primera Edición,1926
而《陶瓮》却不需要跟读者达成什么协议,也不需要什么善意的复杂做法。出版至今已经过了25年——人生历程上够长的一段时间了,自然不乏深刻的诗歌领域的革命,更不用说别的领域里的革命了——而《陶瓮》仍然是一本当代的书,一本新书。或者说是一本永恒的书,如果我们敢于说出这个奇特又空泛的用词。它的最大优点是明澈和震撼,绝没有哗众取宠的臆造,也没有充满未来的尝试。

Enrique Banchs与他的妻子Luisa
和他们的孩子Enrique Luis和Marta
众所周知,评论家更喜欢的是艺术史而不是艺术,更喜欢带冒险的求索而不是取得一种真正的美。评论一本完美的书远远不如评论一本显露出冒险或者仅仅是混乱痕迹的书……
所以,《陶瓮》缺少笔战中的那种好斗的声誉。恩里克·班奇斯被比作维吉尔。这对于诗人来说一点也不愉快,对其读者来说自然也不是鼓舞。
这里我要介绍一首我在孤独时,不管是在这一个还是那一个半球,曾不止一次地默诵过的十四行诗(好奇的读者将会发现它的结构是莎士比亚式的。值得一提的是,尽管排版不同,它有三个韵律有变的四行诗和一个两行对句)。
热情而忠实的映照
这是活生生的东西所习惯
在其中显示的样子,镜子如同
阴影中的一轮明月。
在黑夜中它现出浮光,宛若灯
一般明亮,还有忧伤
杯中的玫瑰,奄奄一息,
也在其中低着头。
如果让痛苦加倍,也将重复
我心灵花园里的万物,
也许等待着某一天居住,
在它蓝色宁静的梦幻中
一位贵宾,留下他的映照,
额头相碰,双手相牵。
也许班奇斯的另一首十四行诗,能给我们打开他难以置信的沉默的钥匙,那是关于他灵魂的写照。
他,永远的学生,宁愿高贵的
毁灭也不要今天渺小的荣誉。
也许像对乔治·莫里斯·德·盖兰Georges Maurice de Guérin那样,文学生涯对他来说是不现实的,“特别是因为人们向它企求恭维和奉承”。也许他不想因其名字和美誉而使时间疲惫。

El Cascabel Del Halcón
Centro Editor de America Latina,1968
也许——这是我想给读者推荐的最后一个答案——他的娴熟技艺使他藐视文学,把它看作过于简单的游戏。
试想,恩里克·班奇斯穿越着布宜诺斯艾利斯的岁月,经历着他能描述却不去描述的多变的现实,倒也挺有滋味:这是一位放弃施行巫术的幸运的大巫师。
而《陶瓮》仍然是一本当代的书,一本新书。或者说是一本永恒的书,如果我们敢于说出这个奇特又空泛的用词。它的最大优点是明澈和震撼,绝没有哗众取宠的臆造,也没有充满未来的尝试。

——博尔赫斯|陈泉 译
🍯
Enrique Banchs ha cumplido este año sus Bodas de Plata con el silencio
La función poética —ese vehemente y solitario ejercicio de combinar palabras que alarmen de aventura a quienes las oigan— padece misteriosas interrupciones, lúgubres y arbitrarios eclipses. Para justificar ese vaivén, los antiguos dijeron que los poetas eran huéspedes ocasionales de un dios, cuyo fuego los habitaba, cuyo clamor poblaba su boca y guiaba su mano, cuyas inescrutables distracciones debían suplir. De ahí la costumbre mágica de inaugurar con una invocación a ese dios el acto poético.
«¡Oh divinidad, canta el furor de Aquiles, hijo de Peleo, el furor que trajo a los griegos males innumerables y arrojó a los infiernos las fuertes almas de los héroes, y libró su carne a los perros y a los alados pájaros», dice Homero. Y no se trata de una forma retórica, sino de una verdadera plegaria. De un «sésamo, ábrete», mejor dicho, que le abrirá las puertas de un mundo sepultado y precario, lleno de peligrosos tesoros. Esa doctrina (tan afín a la de ciertos alcoranistas, que juran que el arcángel Gabriel dictó palabra por palabra y signo por signo el Corán) hace del escritor un mero amanuense de un Dios imprevisible y secreto. Aclara, siquiera en forma burda o simbólica, sus limitaciones, sus flaquezas, sus interregnos.
He indicado en el párrafo anterior el caso muy común del poeta que a veces hábil, es otras veces casi bochornosamente incapaz. Hay otro caso más extraño y más admirable: el de aquel hombre que en posesión ilimitada de una maestría, desdeña su ejercicio y prefiere la inacción, el silencio. A los diecisiete años, Jean Arthur Rimbaud compone el «Bateau ivre»; a los diecinueve, la literatura le es tan indiferente como la gloria, y devana arriesgadas aventuras en Alemania, en Chipre, en Java, en Sumatra, en Abisinia y en el Sudán. (Los goces peculiares de la sintaxis fueron anulados en él por los que suministran la política y el comercio.)
Lawrence, en 1918, capitanea la rebelión de los árabes; en 1919 compone Los siete pilares de la sabiduría, quizá el único libro memorable de cuantos produjo la guerra; hacia 1924 cambia de nombre, pues no debemos olvidar que es inglés y que le incomoda la gloria. James Joyce, en 1922, publica el Ulises, que puede equivaler a toda una compleja literatura que abarcara muchos siglos y muchas obras; ahora publica unos retruécanos que, sin duda, equivalen al más absoluto silencio. En la ciudad de Buenos Aires, el año 1911, Enrique Banchs publica La urna, el mejor de sus libros, y uno de los mejores de la literatura argentina; luego, misteriosamente, enmudece. Hace veinticinco años que ha enmudecido.
La urna es admirable. Menéndez y Pelayo observa: «Si no se leen los versos con los ojos de la historia, ¡cuán pocos versos habrá que sobrevivan!»
El hecho es de muy fácil comprobación, no menos en los textos de prosa que en los poéticos. No hay que retroceder a tiempos ajenos, a tiempos habitados por hombres muertos; basta desandar unos pocos años. Busco dos libros argentinos que, sin duda, perdurarán. En el Lunario sentimental de Lugones (1909) incomodan las perpetuas diabluras malogradas y la decoración art nouveau; en Don Segundo Sombra, que es de 1926, la escasa identificación del autor con los troperos de su historia. Sin el deliberado propósito de ciertas represiones, no podemos gozar de esos altos libros. La urna, en cambio, no requiere convenios con su lector ni complicaciones benévolas. Ha transcurrido un cuarto de siglo desde su aparición —un dilatado trecho de tiempo humano; ciertamente no ajeno de hondas revoluciones poéticas, para no hablar de las de otro orden— y La urna es un libro contemporáneo, un libro nuevo. Un libro eterno, mejor dicho, si nos atrevemos a pronunciar esa portentosa o hueca palabra. Sus dos virtudes esenciales son la limpidez y el temblor, no la invención escandalosa ni el experimento cargado de porvenir.
Es muy sabido que a los críticos les interesa menos el arte que la historia del arte; la obtención efectiva de una belleza que su arriesgada búsqueda. Un libro cuyo valor fundamental es la perfección puede ser menos comentado que un libro que muestra los estigmas de la aventura o del mero desorden...
La urna ha carecido, asimismo, del prestigio guerrero de las polémicas. Enrique Banchs ha sido comparado a Virgilio. Nada más agradable para un poeta; nada, también, menos estimulante para su público.
He aquí un soneto que he repetido más de una vez en la soledad, bajo las luces de uno y otro hemisferio. (El curioso lector advertirá que su estructura es shakespeariana; vale decir, que, pese a la disposición tipográfica, consta de tres cuartetos con la rima alternada y de una estrofa de dos versos pareados.)
Hospitalario y fiel en su reflejo
donde a ser apariencia se acostumbra
el material vivir, está el espejo
como un claro de luna en la penumbra.
Pompa le da en las noches la flotante
claridad de la lámpara, y tristeza
la rosa que en el vaso, agonizante,
también en él inclina la cabeza.
Si hace doble el dolor, también repite
las cosas que me son jardín del alma,
y acaso espera que algún día habite,
en la ilusión de su azulada calma
el huésped, que le deje reflejadas
frentes juntas y manos enlazadas.
Tal vez otro soneto de Banchs nos dé la clave de su inverosímil silencio: aquel en que se refiere a su alma,
que, alumna secular, prefiere ruinas
próceres a la de hoy menguada palma.
Tal vez, como a Georges Maurice de Guérin, la carrera literaria le parezca irreal, «esencialmente y en los halagos que uno le pide».
Tal vez no quiere fatigar el tiempo con su nombre y su fama.
Tal vez —y ésta será la última solución que propongo al lector— su propia destreza le hace desdeñar la literatura como un juego demasiado fácil.
Es grato imaginar a Enrique Banchs atravesando los días de Buenos Aires, viviendo una cambiante realidad que él sabría definir y que no define: hechicero feliz que ha renunciado al ejercicio de su magia.
上海译文出版社







